¿De veras existió Léo Ferré?

  • Posted on: 12 February 2017
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Podríamos afirmar que los tres grandes pilares de la canción francesa con el permiso de Piaff fueron Georges Brassens, Jacques Brel y Léo Ferré. A su vez los tres se reconocían hijos y herederos de Charles Trenet.
En Cataluña, la canción francesa ha sido un referente imprescindible. A principios de los años sesenta del pasado siglo la Nova Cançó los Setze Jutges iniciaron su aventura adaptando las canciones y el estilo de la canción francesa. Uno de los miembros y fundadores de los Setze Jutges, Josep Maria Espinàs, grabó un EP con el título Espinàs canta a Brassens (1962). Ese álbum se convirtió en la primera referencia de la Nova Cançó. Desde entonces, Brassens ha estado muy presente y ligado en el imaginario colectivo de la canción en catalán y sus temas se han adaptado en numerosas versiones y por parte de diferentes artistas y colectivos. Jacques Brel también ha lucido de una enorme popularidad y se cuentan por decenas las adaptaciones al catalán de algunas de sus canciones más emblemáticas. A lo largo de los años, la figura de Brel siempre se ha reivindicado y recordado como cuando se conmemoró el 25 aniversario de su muerte y el dramaturgo Joan Ollé ideó y dirigió 12 cantan Brel en el Teatro Lliure de Barcelona y participaron grandes figuras como Joan Manuel Serrat o Loquillo.
Evidentemente no hace falta ni explicar que en su país natal, Francia, estas dos figuras se han convertido en un símbolo y continuamente han sido reivindicadas y puestas al día.
¿Y Léo Ferré? Con Ferré la cosa ya queda en un segundo plano y se difumina por no decir que se pierde. En 2016 se cumplía el centenario de su nacimiento y éste pasó desapercibido en Francia. Parece extraño, porque si algo saben hacer los franceses es elevar a la máxima categoría e incluso exagerar sus artistas. En Cataluña, y más concretamente en Barcelona este centenario cayó en el olvido y no se programó ningún gran acto ni nada parecido. Pareció que Ferré sólo quedaba en la memoria escondida de aquellos que lo vieron en vida. A pesar de todo, Ferré había sido un ídolo generacional y un gran referente, hoy incomprensiblemente olvidado.
¿Y por qué ni en Barcelona ni en París recordaron a Léo Ferré?

Seguramente la gran diferencia de Ferré con Brel o Brassens era el hecho de que mientras Brel y Brassens eran cantautores, Ferré era un músico con mayúsculas, de carrera, que dirigía orquestas y recitaba letras un peldaño más elevadas. La suya era una poesía sofisticada, más profunda y que sacudía conciencias. Además, Ferré se declaraba abiertamente anarquista y grabó en vida todo una serie de canciones que han sido emblemáticas y un símbolo a veces incómodo. Canciones como "París-Canaille" que llegó a ser calificada como una canción antiturística, u otros títulos llamativos como "Thank you Satan", "Las anarchistes", "Ni Dios ni maître" o "Franco La muerte ". Mención aparte merece "Avec le temps". Ferré también destacaría por adaptar y musicar poemas de Apollinaire, Rimbaud, Baudelaire o Verlaine por citar los más destacados, sin olvidar su benerado Louis Aragon.
Como decía antes, en Cataluña y más concretamente en Barcelona Ferré llegó a ser un referente y marcó toda una generación. El poeta y traductor Joan Elias tradujo algunos de los textos de Ferré. En cuanto a adaptaciones de canciones propiamente dichas, encontramos algunas referencias concretas como "Si tu te’n vas" que hizo Martí Llauradó o el disco que en 2001 grabó Xavier Ribalta, Xavier Ribalta Canta Léo Ferré. También hay algún detalle curioso que casi nadie sabe como que "Amiga callada" de Toti Soler fue una canción con letra de Joan Vergés que Soler dedicó a Léo Ferré pero que este detalle no se reflejó en el disco.
Con el permiso de Paco Ibáñez, Ovidi Montllor seguramente fue el cantautor que más devoción sintió por Léo Ferré. Ovidi fue crucial para la historia que viene a continuación. Montllor conocía de arriba abajo la obra de Ferré y me atrevería a decir que siempre se acercó a su estilo a la hora de recitar e ir más allá en el simple hecho de interpretar una canción.
La admiración que sentía Ovidi Montllor por Ferré llegó al punto que en un momento determinado decidió ir a Italia, donde vivía Ferré, para encontrarlo. En aquella visita Montllor llevó sus discos y los regaló a su admirado Léo. En 1980 cuando se realizaron los recitales de Ferré en el Palau el guitarrista de Ovidi, Toti Soler, no se lo quiso perder. Después del primer día de actuación Soler quiso saludar y éste reaccionó de la manera más inesperada cuando dijo que lo conocía y que era el guitarrista de Ovidi Montllor. Toti le preparó una versión personal de "Comme à Ostende" con la que Ferré se mostró muy satisfecho. El segundo día de recital, en mitad del concierto, Ferré hizo salir al escenario a Toti Soler y lo recibió besándole la mano ante la sorpresa del realizador. A partir de ahí nació una amistad y un respeto mutuo que tuvo continuidad. Al cabo de unos meses, Ferré estaba preparando un triple LP, una de las obras referenciales de su discografía, Ludwig - L’Imaginaire - Le beateau ivre (1982). Para aquel triple disco, Ferré quiso contar con la participación de Toti. Soler corrió a Milán, aquello no se lo podía perder. En aquel triple disco, reeditado en la actualidad en un doble CD, Toti Soler tuvo una presencia destacada. Hay toda una serie de canciones donde básicamente sólo hay el piano y la voz de Ferré con el apoyo de la guitarra de Toti Soler. El método de trabajo de Ferré era espontáneo, no dejaba que Toti calentara ni que le enseñara qué había preparado. Había espontaneidad hasta el punto de que hay un detalle que cualquiera puede comprobar en el tema "Ta Source" donde en una primera versión, Toti no quedó contento de la guitarra que había grabado y le pidió a Ferré de grabar una segunda versión de aquella guitarra. La sorpresa fue que en la versión final Léo incluyó las dos guitarras, la que no gustaba a Toti y la segunda versión de la que estaba más conforme. En este mismo trabajo también encontramos piezas extremadamente complejas, largas y orquestadas en las que en un momento dado todo se detiene y aparece la melodía de la guitarra de Toti Soler.

En 1985 Ferré volvería a Barcelona para actuar en la plaza de la Catedral. Ese día, Ferré actuaba dirigiendo y acompañando una orquesta. Toti Soler subió al escenario y Ferré dirigió una de las piezas para que el guitarrista improvisara a su aire. Dudo que Toti Soler haya tenido un amigo y admirador tan generoso. También pienso en el interior de Toti hay un sentimiento de tristeza después de años en que se perdieron de vista hasta aquel verano en el que la mujer de Ferré le llamó para que participara en el nuevo proyecto que estaba preparando Léo. Aquel álbum no se llegó a hacer porque ese mismo verano de 1993 Ferré murió. Toti se quedó sin un amigo y el silencio puso una losa sobre el nombre de Léo Ferré. En Barcelona Ferré no tiene ni una calle ni una plaza, su imaginario y su ideología ha desaparecido sin dejar rastro, ni siquiera los centenarios y las conmemoraciones lo han podido rescatar. ¿De veras existió Léo Ferré?