De Liebeslied a Irredempt
Solapas principales
En 1972 Toti Soler publicaba Liebeslied, un disco que ha acabado siendo un clásico en la canción de autor en catalán. Me atrevería a ir más allá y tildarlo de disco universal por la forma directa que tiene de llegar al oyente. Es un trabajo que sale de dentro y que sólo la casualidad y la conjunción de una serie de factores propiciaron que viera la luz. Entonces, el todavía Jordi Soler quedaba lejos de forjar una carrera con la "guitarra catalana". Ídolo adolescente en grupos como Els Xerracs o Brenner’s Folk acabaría haciendo el salto al número 1 de las listas de éxito con la evolución de los Brenner's, Pic-Nic. Cansado de todo aquello y con la imposibilidad de llevar la música de los picnic hacia donde quería evolucionó hacia una carrera de guitarrista eléctrico al el frente de la mítica formación OM. Es entre la etapa de guitarrista eléctrico y la entrada en el flamenco con la posterior evolución hacia la "guitarra catalana" que Soler graba Liebeslied. Curiosamente, Toti Soler no lo quería grabar.
El conjunto de canciones que forman el disco donde destacan poemas de Joan Vergés o Vinyoli con música de Toti formaba parte de un repertorio que hacía años que Soler había dejado de lado. Sólo la insistencia de su padre que no paraba de decirle que tenía que grabar esas canciones hicieron que Toti se planteara de hacerlo para no oírlo más. Y así fue, cedió a las presiones de su padre y aceptó. El cómo se hizo, aún es más rocambolesco. Se grabó de un tirón, en el local de ensayo de Ars Musicae, sin repeticiones, con un equipo Revox que era del padre de Toti. La guitarra que toca en el disco se la dejó Quico Pi de la Serra. Liebeslied se editó tal cual, sin mezclar, por eso cuando se escucha la guitarra suena por un altavoz y la voz se escucha por el otro. A pesar de las prisas, el modo de interpretar y musicar las canciones de Toti lo han convertido en una obra maestra, la obra de un guitarrista que se pone a cantar, o de un guitarrista que por un momento hace de cantautor.
43 años después cae en mis manos el nuevo trabajo de Roger Mas, Irredempt, y sin quererlo, al escucharlo me llega el eco o la imagen musical de Liebeslied. El por qué, no lo sé decir, quizás por la forma directa que tiene de llegar y la tierna crudez con que me abraza.
El concepto de estos dos trabajos es muy diferente, si es cierto que guardan algunas similitudes como por ejemplo que los dos sólo cuentan con la voz desnuda acompañada de una guitarra. Más anecdótico es el hecho de que ambos discos contienen 12 canciones. A partir de aquí, uno es el álbum de Toti, el guitarrista que canta; y el otro, el de Roger, el de un cantante o cantautor que toca la guitarra.
El Liebeslied es un trabajo instantáneo, casi impuesto y con la fuerza y la rabia de un joven Jordi Soler. Cabe remarcar que los temas eran temas madurados y tocados durante muchos años, aunque el creador de la "guitarra catalana" los tuviera aparcados. Por su parte, el disco de Roger Mas, es un trabajo pensado, medido y hecho con todas las consecuencias. La diferencia con el Liebeslied de Toti es que contiene un trabajo de estudio importante. Un tratamiento del sonido impecable, cocinado en casa de Tomás Robisco y mezclado en Abbey Road, el mítico estudio de los Beatles. No obstante, este trabajo tan premeditado y perfecto hace que el conjunto de la obra suene sencilla de manera real y nada artificiosa. Mientras que Toti Soler había grabado aquellas canciones tal como manaban sin ningún artificio, Roger Mas las mezcla y las produce para acercarse al máximo a aquel sonido directo, primitivo y sincero con que Soler engendraría Liebeslied. Si Soler musicó a Rabindranath Tagore en "Em dius que el nostre amor"; el de Solsona lo hace con Jacint Verdaguer en "Lo Comte Arnau”. En ambos trabajos se respira autenticidad, paz, silencios, sinceridad y profundidad.
En Irredempt Roger Mas firma la mayor parte de los temas excepto la mencionada de Verdaguer, un poema de Goethe y un tema tradicional de Salvador de Bahía. De acuerdo que tanto el enfoque de las canciones de Liebeslied y de Irredempt es muy diferente en todos los aspectos y sentidos. Pero a pesar de todo quiero insistir en que guardan un nexo en común aparte de la desnudez de las canciones, o la valentía de que los artistas se muestren sin otros soportes musicales. Tanto Liebeslied como Irredempt nos acercan a un mundo muy nuestro y humano.
En Irredempt he encontrado pedazos de aquel Johnny Cash desnudo, el esqueleto de la canción francesa, canciones telúrica, la paz de las ermitas, el vínculo de la tradición castellana del Siglo de Oro o el bagaje con Paniagua.
El Liebeslied es redondo incluso con la portada, que es toda una joya difícil de describir. En este aspecto la portada y el libreto de Irredempt no es tan perfecto, Roger Mas bajo la lluvia. Tal vez la escenografía hubiera merecido una aproximación a algo más elevado, donde se merece está el disco, con más ambición y menos oscuridad y cierta imagen de resignación. Quizás hacía falta un gesto de comprender esta genialidad y un tanto de exhibición al más puro estilo Francesc Pujols. A pesar de todo, la escenografía no debe distraer, pasémosla por alto.
De Liebeslied a Irredempt o de Irredempt a Liebeslied.